Gemma Pinyol en nuestro Día de Europa: la crónica


Continuando con lo que dejamos en nuestro anterior post relativo a la última edición del Día de Europa, abordamos el cómo fue la primera sesión de arranque, que celebramos con Gemma Pinyol, directora de políticas migratorias y diversidad en Instrategies, experta del Consejo de Europa en el proyecto Intercultural Cities y coordinadora de la RECI-Red de Ciudades Interculturales.

Gemma arrancó con una frase lapidaria: “Me duele Europa”. Y es que ese mismo día había salido a la luz el Pacto Europeo de Migración y Asilo, y realmente no cubría las expectativas que se tenían en términos de protección de personas.

A partir de aquí, Gemma nos ayudó a contextualizar la realizad de los flujos migratorios, dando una serie de ideas clave para entender esta situación.

  1. El desarrollo no reduce las migraciones, sino todo lo contrario. Esta frase resultó reveladora, puesto que al menos desde eCivis, entendíamos precisamente lo contrario, ya que, quién va a querer irse de un país desarrollado. Pues sí. Salvo que se alcance un nivel elevado de desarrollo, parece que hay estudios que demuestran y avalan que a más cooperación, y más incipiente desarrollo, más migraciones.
  2. En segundo lugar, puso sobre la mesa la relación perversa entre cooperación y migración. Cuando el dinero de la cooperación no es para desarrollar políticas óptimas de desarrollo para las comunidades en teoría beneficiarias, sino para controlar y frenar la inmigración.
  3. La migración es un factor de desarrollo para todas las comunidades. Y por eso precisamente es necesario combatir el discurso del odio, que es la narrativa del miedo, contraria a una convivencia en democracia. Esa narrativa se está amparando en este momento en las migraciones como excusa, pero no es ni será el único argumento que se esgrima en ese contexto interesado de generar miedo en las y los ciudadanos.
  4. La cooperación queda lejos de la sociedad civil. Se pierde la conciencia de un mundo del que somos parte, y de esta forma, al quedar diluida esa realidad, quedan impunes las decisiones políticas que se adoptan en este ámbito. Cuando lo individual gana a lo comunitario, perdemos todas las personas.

La cuestión es que muchas veces la ciudadanía se pierde en los conceptos, y ahí es donde nos queda lejos por un lado, y por otro lado nos hacemos vulnerables ante esas narrativas del miedo, del odio, ante las que carecemos de argumentos. Las estrategias antirrumores son una buena herramienta contra ello, pero hay que seguir trabajando de una manera más intensiva pero sobre todo más horizontal/transversal, de manera coordinada entre las entidades públicas (locales) y las organizaciones civiles.

5. En línea con lo anterior, es necesario trabajar de una manera más firme en la educación para el desarrollo, en la sensibilización de la sociedad. Así como en políticas de integración que impacten en toda la ciudadanía, es decir, no pensar que este tipo de acciones lo son para colectivos concretos, sino por el contrario deben serlo para toda la comunidad. Porque necesitamos crear narrativas para toda la ciudadanía, que nos vinculen a todas.

Estas políticas de integración deberían abordar tres líneas concretas:

  • Políticas públicas interculturales
  • Diversidad: reconocer que existe y darle una proyección lineal para promover iniciativas
  • Luchar contra el discurso del odio
  • Incorporar la transversalidad de género

Son muchos los temas que se pusieron sobre la mesa para la reflexión. Y que sin duda dejaron un terreno interesante para abordar la sesión del día siguiente, viernes, que os comentaremos en un próximo post.

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