Fake news, el reto de la comunicación


El pasado martes asistimos al tercer y último debate de los Bilbao European Encounters que, organizados un año más desde Globernance, proponen interesantes reflexiones y poco habituales en un entorno como es nuestro Botxo. Es por ello por lo que sorprendió la nutrida afluencia de personas, de toda procedencia e intereses, no sé si atraídas por la cuestión de Europa, o por el tema de esta ocasión, las fake news. O por Dani Álvarez, periodista muy conocido en nuestro entorno por “El lector de huesos”, o su programa matinal en Radio Euskadi.

El debate de este martes contaba con un plantel muy atractivo: personas ligadas a la comunicación, de forma directa e indirecta. Uno en la trinchera, día a día en el vértigo de un programa de radio en directo. Otra desde el otro lado, el de la comunicación política. Y finalmente, en el otro polo, la que lo estudia y reflexiona desde el mundo académico y universitario.

Las tres personas que intervenían coincidieron en dos cosas:

  1. Esto de las fake news no es nuevo, porque desde la Antigüedad ya se lastra la mentira o la distorsión de la verdad en la información, hasta nuestros días.
  2. El objetivo de esta manipulación es el poder y el dinero.

Tal vez lo novedoso en este momento que vivimos radica en:

  1. La rapidez con la que circula la información, merced a las redes sociales y a las nuevas tecnologías
  2. Debido a ello, también, la saturación de información, que hace casi imposible distinguir el grano de la paja, no ya a la ciudadanía de a pie, sino incluso a los profesionales que trabajan en esto de la información
  3. El uso de la tecnología para generar noticias, ahondando aún más en los dos puntos anteriores

A todo esto se suma el contexto socioeconómico en el que vivimos, de precarización del sector del periodismo, uno más, que queda lastrado no sólo por el poder, algo que ya conocíamos, sino también por la premura de un mundo que va demasiado rápido, dejando cosas por el camino que son necesarias.

Y así, ante la disyuntiva de comer todos los días o hacer un periodismo de investigación (pregunta que salió en el debate), creo que ya sabéis cuál fue la respuesta. No hay tiempo, no hay dinero… para hacer un periodismo pausado, un slow journalism, que diría alguna persona avispada… Y de esta forma nos dejamos fagocitar por una sociedad que nos augura más libertad con las redes, pero que ya está demostrando que es todo lo contrario.

La gente de eCivis salió del debate con una sensación agridulce. Porque no se dijo nada que no se supiera. Y porque nos reafirmó más en nuestra misión y visión. Ya que por fortuna no tenemos ataduras que nos obliguen a la sumisión bajo ningún poder, fáctico, político o económico, podemos seguir trabajando por ofrecer a la ciudadanía espacios de debate de calidad, evitando en lo posible informaciones falsas o distorsionadas (que alguna ya nos han colado). Esforzándonos, en definitiva, por informar a la ciudadanía con rigor para su empoderamiento y participación activa.

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