Llevamos una semana frenética en esto de la participación. Se lanza la plataforma Etxebizitza de participación en materia de vivienda, el proceso de presupuestos participativos en el Ayuntamiento de Getxo, se retoma el proceso de Bentaranoa, también en Getxo… Y eso sólo en nuestro entorno más próximo. Anda que si nos ponemos a mirar allende nuestras fronteras…
La participación está en boca de todas las personas, sobre todo de aquellas que se dedican a la cosa pública y ven que, ciertamente, los ciudadanos y las ciudadanas están para algo más que para votar cada 4 años. Más de una vez hemos insistido desde este humilde foro que la pedagogía en este sentido tiene que ser bidireccional, y aunque está muy bien esto de lanzar campañas y procesos, la ciudadanía tiene que acostumbrarse a estas llamadas de auxilio en la gestión de lo público.
Porque sí, nosotras y nosotros, que nos quejamos tanto, somos muy dados/as a lamentarnos por lo bajinis, en la barra del bar, en el mantel horadado de manchas de la sobremesa. Y ante la pregunta que quiere zanjar cualquier discusión, esa del «Vale, ¿y qué se puede hacer?», alguna persona lanza un chiste baratillo y ale, a cambiar de tema.
Pero esa no es la actitud. La ciudadanía tiene que coger las riendas y procurar el cambio desde lo local, desde lo pequeño. Estamos acostumbradas desde eCivis a observar iniciativas modestas, pero con un impacto exponencialmente significativo, donde la participación y la colaboración de las personas está consiguiendo pequeñas grandes cosas. Hora es ya por tanto de menos quejarse y más actuar. Y si salen estas iniciativas, que por supuesto serán mejorables y a partir de las cuales la administración deberá seguir trabajando, al menos no estaría mal arrimar el hombro y participar. Porque sólo así será posible mejorar las cosas.
Y luego además, si queremos seguir arreglando el mundo con los posos del café de sobremesa, pues genial oye. Pero por hacer algo nuevo para cambiar algo…