Nos indignamos.
Últimamente, con mucha frecuencia.
Eternas discusiones de café, interminables peroratas en la parada del autobús. Pantomimas virales en las redes sociales que refuerzan nuestra indignación colectiva.
¿Y? ¿Basta con esto?
No.
De nada sirve esta indignación si no sabemos canalizarla. Y la realidad tal vez es eso, que no sabemos canalizarla. Porque las habilidades para comprometernos, participar, promover, se han quedado fosilizadas en una infancia tal vez demasiado preocupada por prosperar, por competir… y poco más.
Si queremos que esta sociedad sea mejor, empecemos por nosotros mismos. Empecemos por lo local. Empecemos por participar en nuestro vecindario, en la asociación del colegio de nuestras hijas e hijos, en las campañas de apoyo de nuestro municipio. Porque solamente con las pequeñas cosas se comienza a construir algo grande.
Participemos.