Me pongo a escribir estas líneas sin saber muy bien qué más se puede decir que no se haya dicho ya sobre el anuncio de la repetición de elecciones, el próximo 10 de noviembre. Hastío, hartazgo, indignación, fracaso, burla, torpeza, soberbia, incapacidad, ineptitud… Podría seguir. A la ciudadanía española se nos ha quedado cara de memos/as integrales, y más allá de los consabidos memes que circulan en las redes sociales, y la negativa a recibir propaganda electoral en nuestros buzones, poco más se nos ocurre. Tal es lo helador del mensaje.
Que se iban a repetir elecciones era algo que ya casi podía intuirse tras las declaraciones de las dos cabezas pensantes (por decir algo), de los partidos negociadores, cuando todavía las urnas estaban calentitas. En algunas palabras, en algunos gestos, se podía intuir que la cosa no iba a ser fácil. Pero la verdad es que pese a la temporadita que llevamos, todavía seguimos siendo esa sociedad ingenua que piensa que buah, nuestra democracia es sólida y eterna, somos la bomba. No puede ser que no sean capaces de llegar a acuerdos. Y ahí escuchábamos el ahora te doy, y el ahora me quitas, y una más y una menos. Y al final fue el nada, que nos da la pelotera y a tomar por saco las negociaciones. Sinceramente creo que mis hijas pequeñas negocian con más altura de miras, siquiera por evitar mi castigo final.
Tal vez por eso, porque aquí no pasa nada, porque aquí nunca pasa nada, es por lo que tenemos lo que tenemos. Nos toca ahora asistir a la pantomima pre y electoral tal cual, a los debates, a los debates sobre esos debates, al postdebate. Creo que la democracia está desvirtuada por toda una maquinaria muy bien engrasada de consultorías de comunicación política y medios de comunicación tal cual que han visto, como he podido escuchar esta mañana, que el negocio de las elecciones es un muy buen negocio. Y así es como algo tan inspirador como es la democracia, queda desvirtuada en todo su sentido. La participación ciudadana y la maquinaria del Estado Democrático se ponenHart al servicio de los más bajos intereses económicos y partidistas, que son aquellos que no tienen sentido de Estado, sino puramente personales y de rédito cortoplacista.
Esta decepción que siente ahora la ciudadanía de manera generalizada tiene que tener su traslado a las urnas, sí. Y lo tendrá. Pero creo sinceramente que debe ir más allá, y hacer manifestaciones de hartazgo más allá de los memes que circulan por whatsapp, porque de otro modo nos arriesgamos a que la participación ciudadana se manipule absolutamente a todos los niveles y entonces ya no nos quedará nada.