2018 ha sido declarado Año Europeo del Patrimonio Cultural. El propósito de la celebración es animar a la ciudadanía a descubrir y explorar el patrimonio cultural, y a reforzar un sentimiento de pertenencia común europea. Una oportunidad fantástica, por tanto, para poner en valor el patrimonio que tenemos en nuestro entorno y dar a conocer a la ciudadanía lo que representa este elemento en nuestras sociedades, más allá de lo edificado y lo construido. El patrimonio como factor de construcción de identidades desde la diversidad. En suma, la esencia del proyecto europeo.
En este contexto, y con el bagaje de las Jornadas Europeas del Patrimonio, la Diputación Foral de Bizkaia ha organizado en 2018 unos itinerarios para conocer nuestro patrimonio oculto. Más de 35 actividades excepcionales a lo largo del año para invitar a la ciudadanía a redescubrir aspectos ocultos del patrimonio cultural de Bizkaia.
Esta iniciativa, atractiva y necesaria sin duda, perseguía los siguientes objetivos:
- Organizar visitas a lugares que normalmente no están abiertos al público o son difícilmente accesibles.
- Hacer hincapié en la labor de recuperación y restauración del patrimonio cultural.
- Redescubrir elementos que habitualmente no consideramos patrimonio.
- Visibilizar el patrimonio que ha sido deliberadamente silenciado.
- Destacar efemérides que hacen de 2018 un año fundamental para nuestro patrimonio cultural.
Sin embargo, aunque la misión ha sido loable, el acceso limitado a las visitas ha dejado fuera a muchas personas interesadas en participar. Una cuestión sin duda para el debate, puesto que una oportunidad así tenía que haberse abierto mucho más. Se ha puesto el caramelo en las manos de la ciudadanía pero no hemos podido saborearlo en condiciones. 30 plazas de aforo para participar se nos ha quedado pequeño, y muchas personas interesadas se han quedado fuera. Para conseguir motivación y compromiso, es necesario una previsión más ambiciosa y realista. ¿Esperamos al siguiente año tal vez? Seguro que sí.