Crónica de la IV Edición del Día de Europa en Getxo


Ayer, 9 de mayo, se celebraba el Día de Europa. Algunas personas, en un clímax de jolgorio incomprensible, hablaban de San Schuman, en un alarde de originalidad. Otras, lanzaban lamentos cargados de demagogia alertando del apocalipsis de la idea de Europa. Y mientras tanto, en Getxo, algunas otras personas nos juntamos un año más, para hablar de temas que interesan a los vecinos y vecinas de Getxo y de Europa, esté en el santoral o estemos a las puertas del abismo.

Desde eCivis nos hemos tomado en serio esto de divulgar. Desde nuestra posición ciudadana, pero reconociendo nuestra pequeña estructura, ponemos entusiasmo y emoción para suplirlo, y sobre todo, el enganche de personas, de muchas personas, que año tras año se suman de forma desinteresada a esta iniciativa que comenzó allá por 2015 de una manera me atrevería a decir que fortuita.

Este año nos hemos atrevido con el Patrimonio Cultural. Ha sido un atrevimiento, sí. Pero no nos hemos tirado a la piscina. Hemos contado con el apoyo cercano de muchas personas, insisto. Andrés Araujo, en una primera reunión en la UPV-EHU. Y cafés, unos cuantos cafés con María Peraita, también de la Uni, para tener un respaldo y un consejo, de utilidad incalculable, que nos permitiera adentrarnos en este universo apasionante sin fracasar por el atrevimiento. Gracias, gracias y mil gracias.

Son dos básicamente las cosas que me gustan de esta iniciativa voluntaria, por amor al arte (aparte de un afán casi masoquista por los retos y la superación): una, que se aprende. Se aprende un montón. Se aprende de las experiencias que se cuentan, se aprende de la forma de exponer, se aprende de cómo gestionar… el conocimiento no tiene límites, y nos empodera.

Otra de las cosas que me gusta es el contacto con la gente. Se rompen muchos estereotipos, y la gente te sorprende de forma agradable. Se colabora, se participa, se discute también, y se aprende. Como siempre. Para espabilar, aunque casi siempre pecamos, todavía, de ingenuas.

En esta IV Edición, estas dos expectativas se han cumplido. Porque hablar de Patrimonio Cultural es hablar de emociones, de identidades, de personas, de participación. La Cultura, como factor transversal que une ciudadanía y administración, que debe ser el core de las políticas públicas. En sus diversas manifestaciones (patrimonio edificado, paisajístico, industrial, digitalizado, oculto, intangible…), hablar de patrimonio cultural es adentrarnos en nuestros barrios, en las personas que lo habitan. Es buscar las sinergias necesarias para articular modelos de sostenibilidad económica, social y medioambiental.

De todo lo que se ha hablado estos dos días, 8 y 9 de mayo, le daremos buena cuenta en este blog a lo largo de unos cuantos posts. Ahora es momento de ir reposando la información, de evaluar, de hacer autocrítica. Pero me quedo con conceptos que han salido mucho en las ponencias y en el debate:

  • La transversalidad de la cultura
  • La universalidad del patrimonio. No es flor de un día
  • La importancia de la educación, desde edades tempranas, en el patrimonio
  • La necesaria convivencia con el desarrollo económico
  • Y por tanto, la indiscutible necesidad de articular políticas sostenibles y de sinergia colectiva

Gracias, muchas gracias a todas las personas que habéis hecho posible esta IV Edición. Somos pocas las que dedicamos muchas  horas durante el año a ponerlo en marcha, pero no me queda ninguna duda que no sería posible año tras año sin vuestra dedicación, vuestra participación, vuestro esfuerzo en ajustar los presupuestos… De corazón, gracias por poner vuestro granito de arena a que el conocimiento y el empoderamiento de la ciudadanía pueda ser una realidad y no una simple frase en un programa electoral.

Eskerrik Asko.

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