Estas semanas estoy realizando un curso MOOC sobre Educación y Gobierno Abierto. Se trata de un curso interesante, no sólo por los contenidos, sino por el enfoque del trabajo, basado siempre en el uso de plataformas digitales para producir y editar contenidos. Vamos, que estamos aprendiendo un montón.
La Unidad de esta semana ha ido de participación ciudadana, proponiendo como ejercicio el de presentar una propuesta de participación ciudadana para invitar a la ciudadanía a involucrarse.
Nos gustaría tratar este tema, una vez más, en este blog. No es la primera vez que hablamos de ello. Porque es que ahora está tan de moda… En Getxo tenemos muchos ejemplos: presupuestos participativos, La Venta, Thinking Fadura, Puerto Viejo… Parece que ahora todo o casi todo pasa por el tamiz de la participación.
Lo de cómo llevar los procesos participativos es algo a lo que vemos que se apuntan muchas agencias y consultorías, algunas de perfiles que a priori se me antojan como a años luz de estas cuestiones… Lo gaseoso, el humo ese que a veces se vende tan bien, se convierte en líquido, y lo atraviesa todo. Y al albur del cortoplacismo político a veces, y de la necesidad de las personas (de algunas al menos), de sentirse partícipes y hacedoras de una parte de la cosa pública en la que vive y convive, vemos ya unas cuantas organizaciones que se suben al tren y hacen ya sus primeros bolos.
La participación ciudadana es necesaria en la gestión política, en sus diferentes niveles. Recupera la confianza en lo público, abre vías para la innovación, para el intercambio, para la transparencia. Sin embargo, es necesario tener mucha prudencia en los procesos para su puesta en marcha, de manera que ni se manipule el concepto para monitorizarlo hacia un objetivo preconcebido, ni se utilice como forma alternativa de obtener resultados a bajo coste. No debe ser, en ningún caso, maniobra política ni electoralista. No debe plantearse en términos de cuatrienios. Debe ser abierta, ciudadana, transparente, honrada, y comunicativa. Tiene que huir de discursos preconcebidos, en plan cyborg. Debe ser, en nuestra opinión, un proceso líquido, honesto, con un objetivo claro y definido, con un plan de trabajo concreto en sus propósitos. Debe ser, en definitiva, participación.
Estaría bien tener esto en cuenta, más que nada para no dejarnos la participación por el camino y que termine siendo otra cosa.