El 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres. Sería fantástico que hubiera que borrar ese día del mapa, sencillamente porque no hubiera nada que recordar, nada sobre lo que sensibilizar.
Un año más, asistimos en los prolegómenos de ese Día a un sinfín de artículos y entradillas en medios de comunicación, palabrería de la clase política, entrevistas aquí y allá, testimonios, y muchos muchos carteles por todas partes.
No me parece mal este alarde de capacidad de comunicación. Sin duda me cuesta creer que haya alguien que no sepa qué pasa el 25-N, con tanto bombardeo informativo. Y no digo que no sea necesario. La cuestión es que es necesario siempre. De una forma transversal. Sin oportunismos. Y no como algo aislado, como un Día Internacional más, sino como un todo que debe concatenarse con otras lamentables efemérides, con las diferentes líneas políticas, con las acciones de las organizaciones sociales… No me vale el amogollonamiento de información en una sola semana. No me valen las manifestaciones coloristas de un solo día.
Reclamo una acción transversal, con dotación de recursos humanos, económicos y técnicos necesarios, una dotación que demuestre que sí, que detrás de las grandes palabras, de las fotos y del papel que todo lo aguanta, existe una apuesta decidida por erradicar esta lacra.
Reclamo una intervención directa en el ámbito educativo, de nuevo con carácter transversal. Porque si es cierto como dicen algunas expertas que asistimos a una involución de la sensibilización en el colectivo de jóvenes, no lo es menos que las actuaciones a nivel educativo no son horizontales, obedecen por el contrario al ánimo y al interés de uno u otro centro educador, de uno u otro equipo de docentes. Y de nuevo en este caso, son muchos los nodos que atar para tener una cuerda resistente y armada frente a cualquier envite.
Reclamo una reacción ciudadana constante, y cuando digo ciudadana digo de todas y todos, no solamente de quienes están ya permanentemente sensibilizados. Exijo una reacción que no está supeditada al impacto mediático, a la influencia de las redes y de la opinión. Una reacción que se alce sin más, que sume cada vez más adeptos a la solidaridad y a la repulsa.
Reclamo muchas cosas, lo sé. La cuestión es si seremos capaces de conseguirlo algún día.