Nosotros, como ciudadanos y ciudadanas, pensamos que somos pequeños, que poco podemos aportar a nuestro entorno. En nuestro imaginario nos vemos como esa semilla de mostaza, minúscula en medio de la nada, en medio del marasmo de normativas, burocracias, pasillos.
Pero la semilla de mostaza crece, y da su fruto. Y así la ciudadanía debe entender que su compromiso con el entorno más cercano, con ese entorno local, es el punto de partida para construir un mundo mejor.
Se pueden hacer muchas cosas, ahora que esta expresión está tan de moda, con pequeños gestos. Y así, campañas solidarias como las iniciadas por muchas familias (ese poder de las madres y los padres, que ya lo quisieran muchos estrategas y gurús empresariales para dinamizar proyectos…), dan fe de la capacidad de la ciudadanía para mover montañas, cuando se trata de concitar el compromiso de todo en pos de la construcción de espacios de solidaridad, de valores, de participación, de hacer sociedad en definitiva.
Y tú, ¿eres semilla de mostaza?