Joaquin Sabina se equivocaba de plano cuando cantaba aquello de que a las niñas ya no quieren ser princesas. Pricesalandia, una de las empresas dedicadas al ocio específicamente para niñas, tristemente, parece que ha llegado para quedarse. Algunas madres, incluso añoran no haber tenido la oportunidad de entrar a ese mundo rosa cuando eran pequeñas.
Es un “spa educacional para niñas”, dice un responsable de la cadena. Con un precio a partir de 15 euros por dos horas, las niñas pueden hacerse la manicura, la pedicura, maquillarse e incluso desfilar sobre una pasarela de terciopelo rosa, por supuesto, con un tutu rosa, con unas paredes de rosa y con multitud de cosas rosas alrededor. Todo ello “para destacar el concepto infantil femenino de las niñas”, continua diciendo el mismo responsable.
Importancia del físico, imagen, roles femeninos; en definitiva fomento y potenciación de estereotipos de género. Los mensajes en la infancia calan después en la edad adulta y derivan en baja autoestima. Esa es la conclusión del estudio de investigación centrado en Princesalandia de Sara Vierna, educadora social, especializada en políticas de igualdad de la universidad de Valencia. La psicóloga infantil Silvia Alava suaviza un poco el tema, haciendo hincapié en que lo fundamental es diferenciar la ficción de la realidad y marcar límites. ¡Que difícil marcar límites!. A edades tempranas la ficción y la realidad se confunden, y luego…
Nuestra conclusión es que aunque parecía que los estereotipos de género empezaban a superarse; no es cierto. Se retoman y el mercado vende productos empaquetados por género. En este caso, el paquete y el contenido son rosa, rosa y más rosa. Si tienes hijas pequeñas, por supuesto que se pueden disfrazar de princesas, pero también de piratas, de bomberos, de brujas, de… La imaginación, la fantasía es buena pero con “cuidadín”…