La interoperabilidad, un reto con muchos frentes.


El espacio único europeo ha trascendido lo físico para llegar a lo electrónico. Nos movemos de un país a otro, para trabajar, para estudiar… sin problema. Pero, ¿qué sucede cuando se trata de “viajar” por la red? ¿Se nos reconoce en otros países, con nuestras tarjetas electrónicas de identidad?

Esta cuestión, que a priori puede considerarse como una cuestión exclusiva del ámbito europeo, no resulta baladí, puesto que ya en la piel de toro nos encontramos con la sinrazón de un sinfín de sistemas electrónicos de identificación, puestos en marcha al albur de estrategias diversas de innovación tecnológica por parte de las Administraciones. Ello lleva a que interoperar de una comunidad autónoma a otra pueda no ser tan sencillo en algunas ocasiones. Y esto se extiende, para más inri, también al ámbito privado, donde no existe homogeneidad ninguna con respecto a los sistemas de identificación del sector público.

Por tanto, ante la disponibilidad de servicios electrónicos, la ciudadanía se encuentra en una situación esquizofrénica, en la necesidad de disponer de diferentes sistemas de identificación para poder acceder a uno u otro servicio.

Parece claro que esta no es la situación idónea. Si queremos impulsar los servicios electrónicos, públicos o privados, es evidente que no se puede complicar la vida del ciudadano o de la ciudadana de a pie, que bastante complicada la tiene ya con la que está cayendo. Tiene que ser suficiente con una sola tarjeta de identificación.

En este sentido, ya se está trabajando en el ámbito de la Unión Europea para proyectar ese espacio único europeo a la red, de manera que una persona originaria de Bilbao, por poner un ejemplo, que reside en Alemania y trabaja en Bélgica, pueda consultar on line su vida laboral en la Administración belga con su tarjeta de identidad electrónica emitida en España, sin ningún problema y con todas las garantías.

Algo similar debe trabajarse en el contexto del Estado Español, por las mismas razones que las apuntadas para un contexto paneuropeo. No parece sin embargo, cosa sencilla, en vista de las circunstancias, que parece no nos deja ver más allá del tijeretazo y el encorsetamiento del miedo por los datos negativos, que anquilosa cualquier intento innovador. Y esto no es cosa buena, puesto que el efecto multiplicador de los resultados puede ser desastroso para llegar a soluciones de identificación y autenticación trasnsfronterizas.

La situación vigente es la idónea para abordar este reto. Porque es positiva para la ciudadanía. Porque simplifica la interacción de las ciudadanas y los ciudadanos con administraciones y empresas. Porque es una de las palancas para el cambio de modelo social y económico.

Este reto está en las administraciones públicas, y en particular en las de ámbito local, esto es, en los ayuntamientos, más cercanos a la ciudadanía. A ellos corresponde reaccionar ante este orden de cosas, para ponerse en la primera línea de salida y ser capaces de ofrecer a su ciudadanía y a sus empresas alternativas reales de comunicación, movilidad y así, de crecimiento.

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