En más de una ocasión me he referido en mi blog personal al manido tema de la gestión del cambio en la Administración Pública, de cómo es necesario abordar un proceso de reorganización de los procesos internos de trabajo, tanto más cuanto nos encontramos ante un cambio sin precedentes en la forma de hacer administración, a través de la administración electrónica.
Y es que debido a mi trabajo, la cuestión de la administración electrónica se impone cada vez con más fuerza en todos nuestros proyectos, y cuál es nuestra sorpresa cuando, al presentar los planes de trabajo entre los técnicos de la administración, el solo nombre de la plataforma de administración electrónica que nos debe servir de base para esta inmersión, sencillamente les suena a chino, con perdón de la expresión.
Empezamos bien, digo yo.
Explicado de qué va el asunto, lo siguiente es expresar sus reticencias, no sólo por las dificultades que intuye tendrá su intelecto para asumir tamaño cambio, sino también por las que tendrán las personas administradas, toda vez que en este momento actual ya se encuentran con problemas tales como documentos presentados varias veces por diferentes canales, fórmulas de presentar solicitudes que parecen peticiones fantasmales (muy propias de esta época de ánimas y santos…), y tantos y tantos otros problemas derivados de la gestión diaria.
Qué duda cabe que implantar un cambio como el que supone prescindir del papel y pasar a una tramitación electrónica no va a ser, no lo está siendo, un camino fácil. Ni para el personal de la administración pública ni para la ciudadanía. En muchos casos da la sensación que estamos ante un proceso opaco, paralelo a nuestra vida cotidiana, a un proyecto de profesionales de la informatica y unos cuantos más. Sin saber que el DNI electrónico ya circula, que son muchos los trámites que podemos hacer de manera electrónica, que muchos de nuestros ayuntamientos disponen, con más o menos fortuna, de servicios públicos susceptibles de prestarse de forma electrónica.
En este proceso es necesaria una tercera “pata”, una intervención que complete las acciones formativas que se están realizando, pero que parece que no llegan, que no cubren las expectativas. Hace falta acciones que se salgan de las líneas tradicionales del “formar”, del “dar a conocer”, y sean capaces de dar un salto cualitativo, arbitrando mecanismos que aproximen a las y los ciudadanos con las administraciones, calibrando los servicios públicos y creando iniciativas de aproximación y bautismo de fuego con esto del tramitar con los bytes y los megabytes.